martes, 31 de enero de 2012

Marta Philippens, dos momentos para un adiós.




Te encontré con el deseo de vivir todavía apretado entre tus dedos.
Como siempre luchando en el tiempo, librando al destino.
Sonrisa vital en un cuerpo débil, mirada tierna en un arrebatado suspiro.

Te recuerdo Marta, en tus últimos días,
debatiéndo todas las fuerzas,
entre los que te esperaban
y los que no queríamos verte marchar.

Sabía que no te vería más aquella tarde,
mi querida Marta.
Arañé tus recuerdos, nuestros recuerdos.
Tus nortes imantados, sí, eras una brújula en mis actos.
Aquella tarde respondí a la humanidad
con la misma sonrisa que tú me enseñaste.

Otra mañana, para un prolongado adiós.
Tu cuerpo ya no te hallaba en él,
te di el mío de madre, abracé a tus hijos.
Te di mi respeto para abrazar a tu esposo.
Ese día,  permaneciste para siempre en mi alma.
Sabía que ya no estabas en el mundo,
...
pero el mundo ya no era el mismo,
sin Marta.



Para Marta, mi amiga, mi confidente y mi referente.
Gracias por estar en mis días, en mi vida y en mi corazón para siempre.


l

3 comentarios:

  1. Bello homenaje a la gran amiga. Triste la despedida final. equivale a no volver a ver a la persona amada. Lo siento en el alma.

    Muchos besos Lola.

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  2. Muy emotivo tu poema, en esa triste despedida final, a la que fue tu mejor amiga y confidente...Puro sentimiento y cariño hacia la amiga... que nos llega...

    Un grande y cálido abrazo

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  3. Un hermoso homenaje a una gran mujer, sin duda lo era.
    Lo siento.

    Descanse en paz

    Abrazos

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