domingo, 27 de septiembre de 2015

El hombre de la casa del faro




Ha dejado entrar el mar en sus ojos,
el mundo puede bañarse en su mirada.
Viaja por los cuerpos donde habita su piel.
Sus poros se mueven como las luces del faro

Sabe entrar en la cueva de los deseos.
Dibuja entre sus manos, todavía
ondeantes los barcos hundidos.
Sus brazos son redes del mar.

Se bañan en él las sirenas ciegas,
arrastran de las mareas su lamento
engullen todos sus desvelos.

Se eleva sobre el mar, como el faro,
arremete contra las derivas de otros,
también sobre sus escollos.



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