miércoles, 3 de febrero de 2016

Y sé que no me caigo






Se cayeron las estrellas marchitas de la noche
cuando el sol se puso esta tarde.
El horizonte hablaba de quimeras.
Abrigabas desde lo alto, el norte ausente
de los que penden sus mares de plegarias.

Llego a ti con mis derivas resueltas.
En tus ojos se han destapado
los precipicios ciegos de las sombras.
El mar se mira en tus ojos
y en tu mirada el faro alumbra para mí.

No tengo miedo a la ausencia de tildes,
 el abismo de tus luces me pone
al vacío de tus miedos,
a la caída de respuestas frustradas.

Camino, vuelo, navego hasta los sueños
y no temo habitar tus pesadillas.
Te amo y te entrego mis gestos,
me sitúo al precipicio
de tus ojos sin las alas de ícaro
o sin el vuelo del ave que levanta.

Te amo y te libero de tus miedos,
sé que no me caigo cuando miras al mar.
En él tus pupilas
son libres de los miedos anclados.

Sé que no me caigo cuando beso tu boca,
cuando aprietas mis senos,
cuando abordas mi cuerpo, 
...









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