Hace años, vi una hermosa historia de amor en una revista, la revista lejos de ser de prensa rosa, era una científica sobre alimentación y técnicas naturales de sanación y prevención.
Bien, la revista enriquecía su artículo sobre las propiedades del pomelo, adjuntando una historia del "autor".
"Mis abuelos, recuerdo que cada noche compartían un pomelo, se sentaban en la mesa y partían ese jugoso fruto y se lo comían tranquilamente, bien compartiendo una agradable charla o simplemente el silencio posterior a una discusión. Pero cada noche, parecía que le pomelo tenía el poder de sentarlos frente a frente".
Más bien era el hábito de dos personas que se amaron a lo largo del tiempo y que no sólo resolvieron conflictos, sino que contruyeron pequeños y sencillos hábitos que atrincheraban de la manera más hermosa un amor maravilloso.
De aquí una reflexión personal.
¿Cuántos "pomelos", se necesitan para tanta complicidad?
¿Tendrá el pomelo propiedades desconocidas?
Yo por si acaso esta noche me tomaré un pomelo por si es cierto eso de, ..., el hábito hace al monje.
De aquí unos versos.
Dame de tu mano ese fruto maduro.
Momentos curtidos de vivir feliz,
a veces entre risas
otras entre lágrimas.
Mil disculpas por mi ausencia, esta semana está siendo muy escasa de tiempo libre y muy abundante de obligaciones, os extraño mucho.
Un beso con todo mi cariño para tod@s los seguidores de Maneras de Amor.
Lola.
Un beso con todo mi cariño para tod@s los seguidores de Maneras de Amor.
Lola.
Lo cierto es que las pequeñas costumbres, aunque a veces se conviertan en monotonía, constituyen un pilar indispensable en las largas relaciones. Sin ellas, no sabríamos escapar de los malos momentos.
ResponderEliminarUn Pomelo, Lola... Ya me empezabas a tener preocupado.
Qué más da si era el pomelo es que unía todas las noches a esta pareja, podría haber sido un espárrago. Las propiedades de este fruto se las dieron ellos. La cuestión es hacer algo juntos a diario, pase lo que pase, aunque haya habido una discusión, la hora del pomelo es sagrada.
ResponderEliminarPreciosa historia.
No te preocupes pos nosotros, ya sabemos que el tiempo es un enemigo implacable. Lo cierto es que estaba a punto de escribirte, estaba preocupada. Me dejas más tranquila.
Un abrazo.
hola lola. maravillosa entrada, por la que quiero felicitarte. Es una dulzura saborear estas palbras. kuidate. besos.
ResponderEliminarUna linda historia la que nos dejas hoy, acompañada de un poema precioso.
ResponderEliminarEspero verte pronto. Yo también he tenido una semana dura. Estoy con mucha lectura pendiente y tengo que hacer muchos trabajos.
Un beso, si no vengo tan rápido como quiero es por eso. Me estoy atrasando en mis lecturas de blogger. Un beso. Pero siempre estamos por acá. Hasta pronto.
Hola cielo que belleza de historia
ResponderEliminarun beso corazon
Me siento a tu lado a compartir este pomelo,ya que la amistad es una manera de amor...
ResponderEliminarBesos
Quizás el pomelo, al ser algo amargo, les recordaba a diario la dulzura del amor que compartían y así lo valoraban más. Puede ser, no? :)
ResponderEliminarBesos
Espero que no suene brusco, Dª Lola, pero, si no regresa vamos a comerle a usted el pomelo, o quizás fuera mejor decir "la espero para comerme un pomelo con usted". Disculpe.
ResponderEliminarYa se lo he dicho a Dª Mercedes, al atardecer, con unos pomelos, sentados en la playita y escuchando historias.
Da igual que las normas del Instituto prohíban el velo islámico. Saben que presionando siempre habrá un ministro capón que se rinda en nombre del gobierno. Después, si consiguieran el pañuelo, pedirían un burka. Para seguir jodiendo.
Hiyab, Gabilondo cede, el Instituto no
Bella historia, ésta del pomelo; así como el texto que la envuelve. Con pomelo o sin pomelo, lo importante es saber crear esa compliciddad que puede con todo. Y sé que muchos andan en ello.
ResponderEliminarAh, que sea leve la semana.
Un abrazo.
Entrañable historia la del pomelo.
ResponderEliminarSerá que tiene ese sabor amargo&dulce&cítrico... que te deja la boca para besar con calma.
¡Pongamos un pomelo al finalizar la noche!, que no sea por falta de recursos, de ganas... de echarle pasión a la vida.
Me encanta la entrada de hoy, Dolores.
Un abrazo con sabor a amistad y unas gotas de pomelo.
Posdata: Tanto trabajar no es bueno para la salud, cuídate!
Hola Lolita la historia del pomelo es pasional, pues para mi el amor y la complicidad entre dos personas que se aman es lo mas importante y lo mas bonito .Un beso hasta luego.
ResponderEliminarJose esos pomelos sin duda son lo agrio de la monotonía y la vitamina de la relación.
ResponderEliminarCuando falte a nuestro pomelo podrás preocuparte, de momento seguirán cortándose por la mitad.
Un abrazo y gracias por acompañarme.
Siento preocuparte amiga míá, ves agrio como el pomelo, ains,
ResponderEliminarLo importante es quedarse con el momento vivido y compartido sea o no agrío.
Me cuido silencio, me cuido, merece la pena hacerlo por sentiros por aquí
ResponderEliminarAida gracias amiga por estar por aqui, el tiempo mi querida compañera, es malo a veces.
ResponderEliminarGracias mi querida Luna.
ResponderEliminarMIriam sin duda compartiré muchos pomelos contigo, es un placer.
ResponderEliminarTrini no puede ser , ES!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias por tu audacia.
GArcia Francés, lo de la playita y el atarcedecer me lo pido, jajajaja.
ResponderEliminarMIra que es usted pillo.
Un abrazo.
Antonio del Camino, no sabe como extraño sus poesías esta semana.
ResponderEliminarY tanto mediterráneo, que noe s bueno, pero con pomelos se hace más llevadero.
ResponderEliminarGracias amiga mía.
Claro que si me querida Loli, eso que tanto comentamos en nuestras conversaciones.
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