miércoles, 21 de diciembre de 2011

Feliz Navidad, una vez más sin luces.



Es cierto que estos días, el color y la luz se hacen protagonistas en nuestras vidas. Las pupilas se encandilan ante una sociedad que cada año conecta el interruptor de la navidad a su manera. Con luces huecas y colores que pierden otros matices sociales.
No me creo el mensaje de "paz y amor". Convertido estos días en un estribillo resorte, me alejo de las voces, observo la navidad desde mi particular palco. Una función con tanta falta de coherencia social que terminamos haciendo de estas fiestas unos días para consumir, comer, beber, cantar y todo aquello que las campañas publicitarias pretenden.

No me olvido del recién celebrado 25 N, mujeres que estas navidades justificaran sus golpes con el alcohol, no saben que el alcohol no convierte, destapa lo que ya existe.
No olvido a las mujeres que en la guerra lejos de sostener un arma, han de sostener la rabia y la frustración de soldados sin norte humano.
Tampoco, no, tampoco olvido a esos niños que se comerían al reno que transporta los juguetes, porque han de elegir entre jugar o sobrevivir.
Como tampoco deseo olvidar que si he de recodar a cada colectivo desfavorecido, la navidad pasará y seguiré esta lista cada vez más cercana al infinito. Me quedo en esta función clandestina, donde hace falta santo y seña de acceso.

Una función de navidad con luz propia, con la fuerza que generan estas personas que son los verdaderos protagonistas de es "paz y amor en el mundo". El poder político deja esta lista interminable para la oquedad de una bolas quebradas, vanas de vergüenza.

Feliz  Navidad




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