domingo, 22 de noviembre de 2009

Gracias por todo.


Gracias a tod@s los que hicisteis en este días de cumpleaños un día tan especial, a mi amiga Mª Luz por esa bonita canción por teléfono, a Loli por sus deseos para este día, gracias a Linda por esas flores que llena de colorido mi salón. Y, ..., a mi familia, en especial a Antonio, tenía la llavecita para que este fin de semana me sintiera más que feliz, llena, plena de tanto amor. Has ido dosificando esta dicha a lo largo del fin de semana, tu familia, la mía y tu paciencia, tu sonrisa abierta, a mis miradas, gracias Antonio, gracias por tanto y por todo. A mi hija María, desperté a tu lado esta mañana y, tu "feliz cumpleaños", tu fuerte abrazo, me hicieron la persona más afortunada del mundo. Gracias María por todas las veces que me has repetido "feliz cumpleaños mami", sin duda regalos que me llenan más que las manos el corazón.
Gracias a mis suegros y a mi cuñada, bonito sábado, familiar y lleno de esa sencillez que os caracteriza y con la que me siento una más de vosotros.
Gracias todos por este día, este fin de semana, tan precioso.
Cumpleaños que siempre llevaré en el corazón porque lo llenasteis de velas, con luz, con calor y con mucha ternura.

Quiero compartir este fin de día con vosotros porque sé que algunos os alegráis.

Un beso.

Lola.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Dia universal del niño


Así de cerca, con la mirada despierta observan los niños cada movimiento, se acomodan en su peculiar palco y reciben los actos de los adultos, tal cual la realidad.

A veces ajenos a ellos, no paramos nuestra ira, nuestro odio y comenzamos la temible escuela donde los niños terminan siendo la sombras de nuestras vidas.

Así de cerca podemos sentir la respiración de un ser que por pequeño que nos parezca posee el poder de la pureza, de la indefensión, de la dependencia, se nos entrega a manos llenas la vitalidad, la alegría, el amor. Lejos de su peculiar sencillez, sus preguntas nos lleva a veces a calles sin salida, sin salida porque no somos capaces de soltar nuestros lastrados prejuicios, nuestra venda en los ojos, las que nos ponemos para evitar ver aquello que nos implique la conciencia.

A veces en la sencillez de las preguntas de un niño nuestras respuestas, nuestros silencios hacen de su aprendizaje la hostilidad misma de nuestro mundo, y pienso entonces, ..., ¡qué abuso de confianza y que atentado a la vida!

Dedicado a mi hija María, también una niña. Desde aquí mis disculpas por los errores.

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