
Recuerdas, recuerdas,
los últimos besos, eran grandes y jugosos.
Leves y sutiles.
Guardaban nuestro ímpetu y nuestra ternura.
Llevaban en las comisuras los poros de nuestra piel.
Ruborizada, excitada.
Quebraron los abrazos desmedidos,
contenían el jugo de unas lenguas.
Enlazadas y lascivas.
¿Recuerdas, recuerdas?
No sabíamos que iban a ser los últimos.
Hubieran sido los mismos.
Era como si el mundo se acabara,
cada vez que te besaba.