
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria, antes de hundirte para siempre en las olas amantes.
Fueron versos que cogí en una oficina de turismo sobre un posters con un mar mediterráneo en muy primera fila.
Aquella imagen y aquellos versos fueron la bienvenida a mi tierra durante el primer viaje de adolescente sola, llegaba a mi ciudad, mi primer verano como un ser independiente y responsable de sus actos, con 17 añitos.
Ese posters coronó la mejor pared de mi habitación, donde cada mañana lo veía al despertar y cada noche al dormir, mis sueños hoy se hicieron realidad, vivo en esa ciudad.
Ciudad en la que nazco y de la que me arrancan.
Te detienes ante mis ojos,
me guiñas prometiéndome que seguirás a mi vuelta.
Reinas mis noches y mis anhelos.
Albergas mis primeros besos,
arenas retenidas en mi cuerpo,
entre abrazos adolescentes al caer la tarde.
Puedo pertenecer a ti, en actitud de entrega.
"Cuidad de esos días marinos"