
El paso de mis días, el de mi pasado, ha sido como una gran feria. Tantas personas pasaron por delante de mis ojos, algo menos por mis pensamientos, sólo unas pocas por mis sueños, y contadas las que pasaron por mi corazón.
A esos seres humanos, que entre los entresijos de la vida, a pesar de los años vividos, todavía tienen tiempo para sentarse a escuchar y hablar poco. Que con su sonrisa no sólo llenan mi corazón lo calientan y dan un sentido a la soledad, momentos en que ese destierro deja de ser impuesto y la tomamos como acompañante, se convierten en mi compañero para darle sentido a eso seres especiales.
En el pasar del tiempo, los minutos de mi particular retirada, esos seres adquieren luz propia, fuerza, energía y me colman de felicidad.
En ocasiones estos seres se mantienen en el silencio y es entonces cuando más acompañada me siento.
Sin duda la existencia puede colmarse de muchas maneras, la mía está en ellos.