Arrebato
de mis caderas la mugre de tus manos.
Enciendo
a mi antojo unos faros apagados y cobardes.
Mi
lamento sordo, mullido de mentiras
escupe
tu sonrisa de los recuerdos.
Soy
arpía sin vestiduras,
jurando no odiarte para ser feliz.
Pero
caen mis puños sobre la verdad
como
se mutilan los barcos en la rocas.
Mis
poros destilaron tus repugnancias.
Mi
llanto, sirenas en la niebla.